El comienzo de una nueva....."vida"

Sabía anticipadamente de la llegada de un prisionero, pero este tenía algo en particular... Era solo un niño, a penas un muchacho de diesiceis años. ¿Como que era que alguien de esa edad terminaba en una prision como esa?.
Endo se dirigo a la entrada y allí espero al recien llegado él no tardo mucho en llegar siendo custodiado por un ángel.

-Ya puedes soltarlo- Dijo al que custodiaba al menor aun que este no parecia muy confiado de eso, por más que sea un niño las personas que iban a parar a esa prision eran peligrosas. -Sueltalo y ahora retirate, gracias- Dijo Endo al ángel viendo como este dejaba al muchacho a su cargo y haciendo una reverencia se retiraba.

-¿Estas bien?- Preguntó al menor por su brazo ya que el guardia lo traía tomado con mucha fuerza.

El pequeño parecia estar muy desanimado y no era para menos estaba entrando al mismisimo infierno.

-Dime cual es tu nombre- Dijo al menor inclinandose hasta quedar a su altura mirando esos ojos azules que demostraban cierta melancolia. El niño tenía las esposas puestas así que no había de que preocuparse, aun así no creia que un niño pudiera hacer mucho contra él, pero algo que había aprendido trabajando en ese lugar era nunca suvestimar a las personas que llegaban allí... Aun que fuera solo un niño.

-Bien Gai, acompañame por aquí por favor- Dijo con una sonrisa apoyando su mano sobre la cabeza del rubio haciendole una seña para que comenzara a camniar a su lado

Mientras caminaba se escucha el ruido de las esposas cada ves que el niño las movia, era obvio que le incomodaban, era obvio que le incomodaban a cualquiera. Le hubiese gustado sacarle las esposas pero no podía o más no debía, por más que estuviese dentro de la prision los presos no podian andar sueltos, iba contra el reglamento

-Exacto- Dijo en respuesta al comentario del menor. Se dirigian a su oficina que no estaba muy lejos, despues de unos cuantos pasos ya habían llegado a ella.
-Pasa y toma asiento por favor- Abrio la puerta dejando que Gai pasara primero. Por dentro no era más que otra sala, un escritorio grande, una silla detrás de este y adelante, libreros y un sofa, no más que lo indespensable.