Llegada...

¿Como es que se lo tomaban tan enserio? la muerte... todos morimos algun dia. ¿Qué importaba si a una persona se le daba un leve empujon apresurando ese destino? es igual, hasta se diria que es benevolente.

Escucho el alboroto. Sus voces, algunas aterradas, indignadas o de curiosidad muy mal disimulada. Luego, las sirenas. "Que rapido llegaron" pensó mientras miraba por la ventana de la casa hacia el exterior, sangre en la entrada manchaba en tonos carmesi el portico del hogar.

Cuando se quiso dar cuenta ya estaba en una de las patrullas, esposado. Mas que confesar, habia gritado jovialmente sus actos ante la policia como si se sintiera orgulloso de ellos, y la mera verdad es que, lo estaba. Se quedo meditando lo habil de su trabajo mientras comentaba lo hermosa que estaba la luna esa noche... hasta que, finalmente, llegaron a la prision.

Bruscamente lo sacaron del auto, llevandolo de forma descortes hasta el inmenso edificio del que quizas jamas saldria. Sin embargo, el no mostraba la menor resistencia. No le molestaba como estaban arruinando su traje, ni sus agresiones. Él solo se limitaba a mostrar una media sonrisa burlona mientras ingresaban al edificio, como si no le importase su situacion en lo absoluto...

-No es como si, alguna vez, hubiese sido realmente libre- Murmuró.

Corria por los pasillos, habia sido avisado de la llegada pero todo estaba vuelto un lio, era agotador aquello. Desde la entrada pudo ver a aquel nuevo reo que entraba en la carcel, traido bruscamente por los guardias.

Vaya... otra vez se pasaron... ¿ tan peligroso es ?

La respuesta fue obia, el joven camino hacia la oficina mientras los guardias empujaban al preso dentro.

Toma asiento porfavor.. y dime tu nombre.

Le dijo al joven mientras se sentaba en la silla frente a el.

Los guardias lo llevaron hasta lo que parecia ser una oficina, para luego retirarse. Esto ultimo para el alivio de Alexander a quien la compania de los mismos le empezaba a resultar tediosa, dadas las circunstancias.

Le dedico una desinteresada mirada a los alrededores de la habitacion antes de sentarse como se le habia dicho.

Se sorprendio, en cierto modo, ya que esperaba encontarse con algun tipo de veterano mientras que el hombre que tenia en frente no parecia tener más años que él.

-Alexander Blanchett, un gusto- se presento tranquilamente con una sonrisa fria en su rostro, sus ojos violaceos presentaban una mirada sombria y ausente, no obstante, las palabras salieron cordiales de su boca .

Observo al joven por unos momentos, no parecia peligroso, sin embargo en ese lugar las apariencias muchas veces engañaban.

Es un gusto, Alexander. Soy Ariel ...

Tras decir esto observo al joven nuevamente y mientras buscaba entre los papeles, le pregunto con suavidad.

Cuentame la razón por la que estas aqui...

-Oh, sucede que asesine a mi tio

Comentó sin cambiar su expresion, como si fuese lo mas normal del mundo. Sin embargo su sonrisa se acentuo un poco ante el recuerdo de lo sucedido.

No obstante, tenia la certeza de que el joven habia tratado con gente peor que él. Por lo que su obra no lo hacia sentirse pagado de si mismo como antes lo hacia.

-Pero, debo admitir, que él merecia estar muerto casi tanto como yo merezco estar en este lugar. -señaló

La mayoría de los reos de este lugar estan para pagar sus crímenes. Quizás se encuentren errores sin embargo, ya estan aquí y no podrán hacer nada.

Le dijo de forma suave, la autoridad no era algo en su carisma, sin embargo se había acostumbrado a tratar con los huespedes de aquellas celdas.. y ahora... uno nuevo acababa de llegar.

Alexander.. a pesar de todo.. se te ve extremadamente feliz. Espero que esa sonrisa no desaparezca con tu estadía aqui.

Dijo talvez con algo de sarcásmo.